Cultura y Comunicación

Formando Opinión: Poblanerías.com, 26 marzo 08, Rafael Velasco Oliver, La Columna. Mucho se ha hablado, escrito, comentado, sobre los cambios en el gabinete, los de semana santa. Sí, del reacomodo de Alejandro Armenta Mier, de Javier López Zavala, de Valentín Meneses Rojas, de Rómulo Arredondo, de Fernando Humberto Rosales Bretón, de López Malo Cappellini y de Pericles Olivares Flores. Unos dicen, sostienen, afirman, que se hicieron en lo oscurito, que fueron el pago de facturas, la recompensa a las lealtades, el enroque hacia la sucesión gubernamental; y otros, que el reacomodo fortalecerá la segunda mitad de la gestión marinista, que la ciudadanía aprueba los cambios. Y en los cuestionamientos de unos y en los halagos de otros, se han olvidado que el titular del Poder Ejecutivo, sólo ejerció una facultad discrecional que le concede la ley. En términos profanos, diríamos que ejerció el poder y el poder, como se sabe, no se comparte, sólo se ejerce. Y en el marco de las especulaciones, podríamos señalar que es necesario seguir ejerciendo ese poder, esa facultad discrecional, en lo que se refiere, por supuesto, a cambios en el gabinete. Sí, porque en la coyuntura política que vive Puebla, dos son las dependencias claves para proyectar a la entidad a nivel nacional e internacional y para diseñar un programa de relanzamiento mediático de la imagen gubernamental: Cultura y Comunicación. Sí, es necesario que la administración gubernamental convierta la pesada ancla que representan las dos dependencias, en elementos claves que fortalezcan el final de la gestión marinista y sean el eje central de la salida digna, decorosa, plausible, del gobernador Pero veamos. Para nadie es un secreto la gris actuación que ha tenido Alejandro Montiel, secretario de Cultura. Sí, Puebla hoy se encuentra en el ostracismo del mundo cultural. Y para rescatar a nuestra entidad de la incuria se requiere, antes que nada, el cambio de titular y, después, un programa de trabajo a corto y mediano plazo que proyecte a Puebla a nivel nacional e internacional y que, al mismo tiempo, preserve e impulse nuestra raíz y genere nueva cultura. Por otro lado, la Dirección de Comunicación, el feudo de Javier Sánchez Galicia, requiere de una severa sacudida. Porque no es posible que, a la fecha, se carezca de un programa que rediseñe la imagen del gobernador, después del asunto de Lydia Cacho que, dicho sea de paso, no ha concluido en su aspecto penal. El asunto, desde su inicio hace dos años, me recordó el histórico ¡¡hoy, hoy, hoy!! del entonces candidato Vicente Fox Quesada, y de cómo la debilidad se convirtió en la fortaleza que finalmente lo llevó a la Presidencia de la República. Y sinceramente esperaba una jugada mediática audaz, inteligente, vigorosa, de Sánchez Galicia, para que la palabra precioso fuera el centro de una gran campaña que fortaleciera al Gobierno del Estado, en lo general, y al titular del Poder Ejecutivo, en lo particular. Pero no sucedió nada, porque además carecía, como hoy, del control de las jefaturas de prensa de las diferentes dependencias del Poder Ejecutivo; es decir, cada quien hacía, y hace, lo que le viene en gana, nadie trabaja en torno a un proyecto de imagen rector. En fin, dos dependencias que son un lastre y que hoy coyunturalmente se han convertido en estratégicas. Pero… ¿se ejercerá la facultad discrecional? Recuérdese que quedan menos de tres años.